Por Dan Kucawca. El  “Orden Mundial” se halla en una etapa de transición y transformación en todos sus aspectos, en lo económico, político , cultural, social y tecnológico , sin parangón en la historia.


La humanidad siempre   generó procesos de cambio , pero la característica única de esta época es su velocidad vertiginosa que no deja de sorprender y  modificar las perspectivas  internacionales.

Hace  solo unos veinte años se protestaba en las calles de Europa al  grito de “better red than dead”, “mejor rojos que muertos” en alusión a la amenaza comunista soviética y la estrategia de la OTAN de disuadirla con armas atómicas tácticas  como la “bomba de neutrones” y, sin que nadie lo anticipe, en pocos años la Unión Soviética, el Pacto de Varsovia y toda la ecuación del “orden mundial” bipolar, desapareció.

En una generación pasamos de las cartas con estampillas coleccionables que nos dejaban sabor a pegamento al cerrarlas, a las comunicaciones hiper ubícuas  globales instantáneas con video e hipertextos y a las masivas  , y para muchos subversivas, redes sociales que  hacen sentir su efecto en el nuevo mapa político internacional.

 “Cuántos cañones tiene el Papa?” se preguntaba Napoleón Bonaparte subestimando el poder del Vaticano, y algo parecido se  estarán  preguntando muchos dictadores y poderes amenazados por estas nuevas fuerzas, al menos los que  aún están luchando para sobrevivir a ellas.  

Más que “el fin de la historia” predicho por Francis Fukuyama, sin duda, estamos ante una aceleración de ésta.
El proceso de “globalización” es la fuerza imperante en todos los aspectos, y la calidad e intensidad de la  inserción  en el , determinan el  grado de éxito o condena de cada país.

La interdependencia es la realidad dominante. Simultáneamente  se reafirman las  fuerzas , identidades y tendencias locales como una necesidad para encarar la integración.

Se habla de un nuevo “orden mundial multipolar” por la emersión de los países “emergentes”, con China como protagonista de las BRICS : Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, o los CIVET :Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto y Turquía, (siglas en inglés)  y la decadencia de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) Estados Unidos y potencias aliadas, pero   todo parece prematuro, aunque real.

La aparente contradicción surge  porque los mismos parámetros de comparación están cambiando. La generación de riqueza a  mutado hacia la integración de cadenas de valor agregado  globales . Las inversiones externas, la propiedad de los capitales, los flujos migratorios, las nuevas manifestaciones del valor económico con tendencia a lo intangible, etc, confunden el panorama.

Las amenazas como el terrorismo, la proliferación nuclear, el tráfico ilegal de armas , personas,   narcóticos , el cambio climático , las epidemias, las mafias internacionales en general, no pueden ser encarados eficazmente por un país aislado.

De hecho los mismos estados, sus economías, culturas y poderes se están desdibujando y no es sencillo definir sus límites y capacidades, quizás, lo que está emergiendo , sean  estructuras distintas post-estados nacionales, que no los reemplazan sino que los complementan y potencian, para bien , o para mal.

Desde nuestro país , es  necesario encarar una política exterior de amplio consenso nacional, de largo plazo,  basada el la correcta identificación de nuestros intereses nacionales  en este complejo mundo emergente, no enfocada en conveniencias sobre los efectos internos partidarios , o espejismos diplomáticos declarativos como los que predominan actualmente. De ello depende el bienestar futuro de nuestra sociedad.


Dan Kucawca
Integrante de la comisión de Relaciones Internacionales